sábado, 11 de agosto de 2007

No soy guapa, soy guapo

No es necesario hablar el mismo idioma para poder entenderte en el lenguaje del sexo. En aquellas circunstancias el lenguaje protagonista es corporal, de piel. Ahora, hay idiomas que tienen un poder seductor sorprendente, unos más que otros, como el portugués, oh! el portugués!, y el italiano. Me imagino un gangster, alto, fornido, en un traje finísimo, de lentes oscuros, guantes de cuero, de pelo muy corto, quijada angulada, prominente, barba algo crecida y pómulos huesudos, como heredados de la tradición más enflaquecida del Greco. Y yo, sentada a su lado en su lujoso automóvil, poniéndome cómoda luego de haber sido recogida desde la puerta de algún burdel de Sicilia. Toda emocionada la patipelada tratando de cubrir sus panties rotas mientras dibujaba habilosa un corazón puti puti en mis labios viciosos. Salvatore, Bernardo, Silvio…como se llamará?. Pocas veces te revuelcas con la Cosa Nostra.
Pietro no tenía ascendencia mafiosa, pero era un italiano genuino, y con eso basta y sobra. Y no era un galán winner, era más bien perno. Pero era un nerd encantador, categoría de chicos que me fascina. Había llegado a Santiago hace dos, tres días, luego de haber postulado a un semestre de intercambio. Estudiaba algo con números, pero lo que le apasionaba de verdad era la fotografía.

Y fue que cuando al fin pude salir enyeguecida de entre el colerío de la pista y esperaba impaciente mi cover mirando pretenciosa mi reflejo en el mesón de la barra que alguien llega a mi lado. Era él. Lo ví mirándome desde lejos mientras bailaba, y me reí uno, porque estaba nervioso y dos, porque era la situación que esperaba.
Hola, ambos al unísono. Risas, otra vez al unísono. Sin una palabra, abre su cigarrera y me ofrece galán un pucho. No fumo, le dije. Gracias.
Sólo dos palabras y supe que no hablaba español. Pero la traducción de sus palabras era la siguiente.

Bueno, el cigarro es un pretexto, la verdad es que me llamaste la atención y pensé que podía hacerte unas fotos, si me dejas claro, soy fotógrafo. Eres guapa.
Y ahí todo lo bien que lo estaba pasando se desinfló. Le diré que no soy chica, se traumará y se irá.
Le diré que no soy chica y su orgullo macho podría atentar violento contra esta delicada mariposa. Ya me ha pasado.Le diré que no soy chica y…tengo que hacerlo.
No soy guapa, soy guapo.
De intrusa que soy le pregunté el nombre. Giro su cabeza hacía mi, no dijo nada y volvió a mirar hacia la ventana. Quería ver sus ojos, pero sólo vi mi desfigurado reflejo de suripanta en sus gafas oscuras. Me dieron ganas de bajarme del auto, y mientras hundía mis dedos en mi pelo luchando con el exceso de laca para agregar algo de volumen a mi peinado, el chofer del misterioso Mr.Gangster me observa lujurioso a través del espejo retrovisor. Desabotoné mi blusa discretamente y le devolví la mirada con un mensaje implícito, alcanza para los dos. Pero mi concubina coquetería se ve interrumpida al ver impactada un revolver en las manos del toro que iba sentado mi lado. El impacto me dejó aturdida y la visión se me lleno de pequeñas partículas suspendidas de muchos colores.

Desperté desesperada por mear, si hasta soñaba que meaba. Un aroma a pan tostado y café recorría el lugar. Estoy cagá de hambre, es hora que me alimenten, pensé barsamente. Y ahora donde dejé mi ropa?. Me senté en la cama macabramente pilucha y con un dolor de cabeza espantoso. Afortunadamente pude reponerme con creces en el baño de la pieza. Volví a la cama.Golpearon la puerta de la habitación y esperando ver ilusionada a Pietro, quede helada cuando me doy cuenta que el que entraba a mi pieza no era Pietro. Agarré desesperada un pedazo de sábana cubriendo mis dos revoltosas hijas de silicona.
Pietro sabía desde el principio que chica no era. Sólo quiso hacerme sentir cómoda. Sólo quiso engatusarme, en otras palabras. Hablemos en inglés, me decía, para entendernos mejor. No, no, quiero oír italiano. Nos fuimos de la barra, ya era incómodo seguir conociéndonos ahí y me lo llevé a la pista. Insistía en bailar pegado a mí, y yo haciéndome la muñeca esquive sus labios por unos minutos. Sin embargo no pude aguantarme y me lancé a sus brazos y nos besamos. El sudaba demasiado, su polera estaba muy muy mojada, tenía una exudación de dios mitológico. Me acompañas?, me grita al oído. Donde?. A buscar a mi pareja.

Y quizás fue la testosterona de ambos italianos juntos seduciéndome, quizás fue lo encantador de ambos europeos, quizás fue que con ambos una de mis fantasías sería cumplida. Quizás fue el vodka que ni idea supe en que momento decidí no cobrar un peso a ese par de ragazzos hechizados por esta andrógena y autóctona meretriz.

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