Aposté por algo distinto, as usual, algo más autentico, más o-sado que sado. Mi statement para esa noche se dejo llevar por el particular leit-motiv de mi estilo post-trans. Así me sentía seguro. (Una breve hojeada a Vogue nunca está demás)(Ayer perdí mi Vogue Latinoamérica del mes de junio en el metro).

Ya en el club, busque en el camarín a mi novio. El espacio era muy reducido y había mucha gente transformándose para el show. De todos modos, el denso aroma a maquillaje y a laca lo hacía muy acogedor. Cinco chicas travestidas para revivir a los Village People y cinco chicos travestidos del grupo pop de moda de esos días. Y vaya que distinto era ver a mi novio en los ensayos marcando la coreografía spice, que a ratos yo le corregía, y ahora verlo arreglando los últimos detalles travestis que le exigía la Halliwell. Mientras, yo bajaba una botella de ron con Mel-b, un guapo cubano moreno muy muy alto.

Desperté sin saber donde estaba. Era de día, porque había luz. En mis tímpanos aun me retumbaba el sonido de anoche. Abrí algo mis ojos y pude ver tirados en el suelo una peluca colorina furiosa, un corsé negro, un par de bucaneras rojas y mil panties. Recordé que estaba en la casa de mi novio, solté un suspiro de alivio, gire mi cabeza a mi derecha, él aún dormía profundamente. Alce mi pecho y lo contemple por algunos segundos.
No se había sacado muy bien el maquillaje, algo de iluminador en sus ojos y una fina de capa de labial en su boca era lo único que quedaba de la spicegirl que anoche me había deslumbrado, lo besé en la esquina de sus labios sintiendo su barba que ya crecía. Apoye mi mejilla en un lugar más fresco de la almohada y dormí unas par de horas más.
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